Por: Wilbert
Bendezú Carpio *
Leí
en el diario El Comercio la noticia
del merecido homenaje que el Colegio de Abogados de Lima tributó el 02 de Abril
a don Luis Bedoya Reyes en su local institucional.
Siento
una enorme tristeza por no haber sido invitado y en consecuencia no haber
estado presente en el mismo. Es uno de los pocos homenajes (que incluyó una
condecoración) al que, a pesar de la falta de invitación, me hubiera gustado asistir...
Ganas y deseos no me faltaban, pero nunca olvidaré una lección que el mismo
Haya de la Torre nos dio a quienes participamos en sus clases en el parlamento universitario
y en la escuela de dirigentes: “Nunca vayan a un lugar al cual no sean invitados,
pueden ponerles mala cara”. Y continuaba: “Al único lugar al que deben asistir
sin invitación es al local del partido”.
Sin
embargo, esta falta de invitación no me impide sumarme al homenaje a don Luis
Bedoya Reyes, que acaba de cumplir 94 años y que con Armando Villanueva (por
quien estamos orando todos los días) representan un pasado político siempre signado
por la decencia y el respeto mutuo, a pesar de las naturales discrepancias entre
quienes luchan por ideales, que pueden ser o parecer distintos.
Soy
un aprista que vivió de cerca la campaña electoral realizada para elegir a los
miembros de la Asamblea Constituyente —la que redactó la Constitución de 1979,
por cuya restitución seguiremos trabajando— en la que Haya de la Torre alcanzó
el primer lugar en el voto preferencial (Corpancho, ¿dónde estarás?) y el C1(1) alcanzó
más de un millón de votos. Por eso presidió las juntas preparatorias.
El
solo hecho de ser una figura legendaria por haber entregado su vida a la causa
del pueblo, a la lucha por la justicia y a la integración continental (proyecto
que los apristas nunca debemos abandonar), convertía a Haya de la Torre en el más indicado para
asumir la Presidencia de la Asamblea Constituyente. Pero no todos tuvieron la
grandeza para reconocer esta trayectoria. Y los grupos ligados y dependientes
del comunismo internacional se opusieron a ello a toda costa. ¡Qué duda cabe,
estaba presente el debate que se inició en Bruselas en 1927!
Allí,
en Bruselas, Haya de la Torre marcó la línea divisoria con el comunismo
internacional. Mientras desde Europa y desde la Unión Soviética se ordenaba a
sus áulicos a sostener que el socialismo, con la dictadura del proletariado,
era el único camino para nuestras naciones... y el mundo, Haya de la Torre
sostenía que la disparidad histórica determinaba la disparidad económica y
social. Por consiguiente, el camino para nuestros países no era el que nos
señalaba el marxismo-leninismo, sino que debía ser una alianza de clases, a la que
llamó Frente único, y su independencia
debía expresarse a través de la integración de nuestros pueblos, tesis que, fieles
a su estilo acomodaticio, hoy nuestros comunistas criollos han tomado como propia.
Estos
temas y la lucha contra la dictadura de Velasco alimentaban y encendían las
discusiones de los años 70 del siglo pasado entre apristas y comunistas. Gran
parte de los comunistas que llegaron a la Asamblea Constituyente habían
trabajado para la dictadura velasquista y a ellos se sumó un importante grupo
que retornaba del exilio, que si bien, en su mayoría, eran contrarios al
régimen militar, también eran fuertemente antiapristas y por lo tanto tenían
una gran carga ideológica contra Haya de la Torre. Un antiguo parteaguas en el
plano ideológico estuvo muy presente en el proceso de elección de la Asamblea Constituyente
e hizo casi insalvables las distancias.
El
Presidente de la Asamblea Constituyente debía ser electo por la mitad más uno
de los constituyentes, mayoría que el aprismo no tenía. De los 100 elegidos, el
APRA contaba con 37, el PPC con don Luis Bedoya Reyes con 25 y los comunistas
en conjunto con 24. Los 14 restantes pertenecían a grupos menores.
Puesto
que los variopintos comunistas habían apoyado en su mayoría al dictador Juan
Velasco Alvarado, era casi lógico esperar que —guiados por su arraigado antiaprismo—
no solo no votarían por Haya de la Torre sino que buscarían impedir su
presidencia a toca costa... y así fue y
hasta buscaron una alianza con el PPC para lograr su propósito.
Aquí
debemos resaltar la enorme figura de don Luis Bedoya Reyes: su personalidad, su
caballerosidad, su capacidad de renuncia al poder, para ceder con hidalguía el
paso a la presidencia de la Asamblea, que él pudo alcanzar, a un hombre de
orillas ideológicas opuestas, pero en quien supo reconocer que en el cenit de
su gloria merecía el apoyo de todo su pueblo. No dudó un solo minuto en respaldar
—y con él todo su partido— al trujillano nacido en 1895 y ya en el ocaso de su
vida. Desechó el voto de los grupos antiapristas que lo endulzaban con tal de
frustrar la candidatura de Haya de la Torre. Más pudo su decencia y su respeto
a la figura de Víctor Raúl.
Si
este gesto de don Luis Bedoya Reyes revela su gran generosidad, tuvo otro mayor
en el mes de julio de 1979. Es muy importante para los apristas no olvidarlo y tiene
que ver con la firma de la Constitución. Víctor Raúl había regresado de Houston
muy debilitado físicamente, y era casi imposible que firmara la Constitución.
Bajo la dirección de Luis Alberto Sánchez, los trabajos en la Constituyente ya estaban
llegando a su fin.
He
relatado esa etapa dolorosa para nosotros en mi pequeño libro Los últimos días de Haya de la Torre, que
publiqué hace ya muchos años, del cual extracto algunos párrafos que revelan el
mencionado gesto de don Luis Bedoya Reyes:
El
12 de julio de 1979 la ciudad amanecía trémula y envuelta con una neblina que
hacía difícil el camino. La Asamblea Constituyente ese día debía promulgar la
Constitución de la República. Sánchez dispuso todo lo necesario para que Haya
de la Torre firmase la ley de leyes que regiría los destinos del Perú. En ese
mismo momento se encontraban en Vitarte, junto a Haya de la Torre: Andrés
Townsend, Luis Negreiros Criado y Jorge Idiáquez.
Sucede
algo imprevisto y, rápidamente, con la serenidad del caso, Jorge Idiáquez toma
el teléfono y llama a una persona que presto le comunica con el doctor Luis
Bedoya Reyes. Luego de estas secretas conversaciones, Jorge le pide a Townsend
que tome su vehículo para ir al Congreso de la República. Acompañados del
Oficial Mayor, llevando los originales del texto de la Constitución, enrumban
nuevamente por la carretera Central.
Luis
Negreiros Criado se pasea fumando nerviosamente por el pasillo que conecta el
dormitorio con la sala. Más acongojado el rostro de Jorge Idiáquez, quien
apenas duerme en esos días. Él no se imaginaba que iba a ser uno de los pocos
testigos del momento histórico, es decir, cuando Haya de la Torre firmara la
Constitución.
El
Oficial Mayor Luis Chacón, con los originales en la mano y caminando
lentamente, vestido con terno oscuro, ingresa a la casa de Haya de la Torre. A
su lado están Andrés Townsend, Luis Negreiros y Jorge Idiáquez. Afuera se
escucha el tronar de la fanfarria aprista que había llegado desde Chiclayo.
Haya
de la Torre, mientras tanto, está sentado sobre unos almohadones que se habían
colocado para facilitar el movimiento de sus brazos desde su lecho de enfermo.
Jorge
Idiáquez, su fiel compañero, ingresa a la habitación donde Haya espera y le
indica que el Oficial Mayor ha llegado. De un velador antiguo toma un lapicero
y lo pone en la mano del Maestro.
El
Oficial Mayor del Congreso, Jorge Idiáquez, Luis Negreiros y Andrés Townsend,
observan el momento histórico. Lentamente, pero con rasgo firme, Víctor Raúl
traza su firma y al concluir dice: YA
ESTÁ.
Eran
las tres de la tarde del 12 de julio de 1979.
Sin
esa llamada de Jorge Idiáquez y sin la anuencia de don Luis Bedoya Reyes, Haya
de la Torre (¡quién sabe!) no hubiera firmado la Constitución en Villa Mercedes.
Hoy,
los apristas que vivimos largos años al lado de Haya de la Torre, que sentimos
su afecto de padre, hermano y jefe, que lo lloramos cuando murió y lo
despedimos con tanta tristeza, expresamos nuestra gratitud eterna a don Luis Bedoya
Reyes.
En
Villa Mercedes (casa de Haya de la Torre), 04 de Abril de 2013.
*Actualmente
es el Sub-Secretario General Político del APRA.
El día que don Luis Bedoya Reyes tomó juramento a Haya
de la Torre como Presidente de la Asamblea Constituyente. Al lado derecho
aparece el ex presidente Alan García Pérez.
|
(1) En
esa elección y, por primera vez, se estableció la figura del voto preferencial
que estaba orientado, fundamentalmente, a dividir al electorado aprista. Pensaron
que los líderes que secundaban en la lista a Víctor Raúl podían superarlo en
votos. La respuesta fue una votación masiva que supero el millón de votos para
Haya de la Torre.